Fiesta de la Cruz de Mayo: once horas de adoración
Luis Carreño, poeta y cantor de Machali
El cantor Luis Carreño es el primero en llegar a Los Marcos, localidad próxima a Codegua, en la Sexta Región. Son las seis y media de la tarde del sábado 5 de mayo y ha venido desde la cercana comuna de Machalí para participar en la Fiesta de la Cruz de Mayo. Canto a lo divino es lo que se escuchará aquí en dos horas más y Luis cantará por primera vez ante la misma cruz que los marquinos vienen adorando desde hace 150 años y que perteneció a doña María Pismante y a don Gregorio Pinto. El matrimonio conmemoraba la fiesta en su casa, a la antigua, con cena, desayuno y brasero. Ellos han muerto, pero la tradición sigue viva gracias a Francisco Astorga, reconocido habitante de El Rincón de Codegua, y a Elías Zúñiga, devoto vecino de Los Marcos que esta noche tiene el cargo de anfitrión.
A unos cien metros de la antigua capilla está la escuela Hijos del Sol, punto de reunión de los que irán llegando. En la penumbra hierve una tetera y se preparan los platos, tazas y panes para recibir a los invitados: Myriam Arancibia e Inés Medina, de El Rincón; Santiago Figueroa, de Rancagua, Antonio “Torito” Contreras, de Collipulli; Miguel Ramírez, de Curicó; Juan Molina, de La Estancilla, y Claudio Bravo, de Quilicura. Una veintena de alumnos de música de la Universidad Metropolitana rodea a Francisco Astorga, su profesor de rabel, guitarra y guitarrón; a ellos se sumarán el investigador y guitarrista Sergio Sauvalle y su grupo de alumnos de la Universidad de Chile.
–Es la fiesta de la exaltación de la cruz –explica Astorga en la Novena, el rito de inicio del ceremonial católico que venera a la cruz donde murió y resucitó Jesús. “Está adornada, sin Jesucristo clavado, como señal de resurrección”, detalla en alusión al “vestido” blanco que arropa a la pequeña cruz que domina el altar. Astorga toma el guitarrón, la voz de los cantores se empieza a escuchar en Los Marcos, seguirá presente en la misa y se oirá con fuerza en la oración comunitaria, un momento en que lo divino y lo humano corren por un mismo riel. Elías Zúñiga lo demuestra con su plegaria por los trabajadores cesantes y el deseo de un salario justo.
Las dos cantoras y sus ocho compañeros han formado una rueda frente al altar e irán diciendo sus versos, de izquierda a derecha, tal como se viene haciendo hace decenas de años en los campos de la zona central. Se turnarán para tocar el guitarrón y se apegarán a la norma vernácula: cuatro décimas con tema o “fundamento” bíblico, escritas por ellos o tomadas de otros poetas populares, y una quinta de despedida que podrán improvisar. Décimas de saludo a la cruz, otras para recordar la detención de Jesucristo y otras de veneración al “alto laurel” o “arbolito natural” van surgiendo en esta jornada en que la religiosidad popular y la modernidad se hermanan a través de los grabadores digitales que los estudiantes han dispuesto en las bancas para almacenar las voces de los poetas.
Moisés, José y Noé
Han pasado casi tres horas desde el inicio de la Novena y ahora el fundamento para las décimas es la Gloria o Resurrección, según instruye Francisco Astorga, mientras su esposa Myriam Arancibia asume el mando del guitarrón. Poco antes de la medianoche el grupo se divide para la cena: Francisco Astorga, Elías Zúñiga, Claudio Bravo, Luis Carreño y Juan Molina permanecen en la capilla y proponen nuevos fundamentos: el nacimiento de Jesucristo, la parábola del hijo pródigo y la historia de la Creación.
En su décima de despedida y antes de la cena, Luis Carreño pide por los dos mil trabajadores de la Forestal Arauco que permanecen en huelga. Los obreros también están en vigilia: en algunas horas más enterrarán en Curanilahue a Rodrigo Cisternas Fernández, huelguista de 26 años que fue baleado por un grupo de carabineros la noche del 3 de mayo. La fe del poeta machalino es tan del cielo como de la tierra.
A la una de la mañana cambia el turno y el bastón lo toman Torito Contreras, Miguel Ramírez y Santiago Figueroa. Es una rueda más breve y cuando terminan aprovechan el tiempo para conversar con los estudiantes que se han arrimado al brasero. Torito los torea con su conocimiento natural de la guitarra, de las hierbas, de la Biblia. Él no cree en la academia; cree en las viejas cantoras olvidadas por los investigadores; cree en su madre que quitaba los empachos a los niños y galopaba por horas para asistir a los enfermos.
–Moisés –propone Astorga a las tres de la madrugada, aunque ahora sólo quedan seis de la rueda original. Myriam Arancibia e Inés Medina han regresado a El Rincón, Elías Zúñiga debe dormir unas horas y Santiago Figueroa ha partido a Rancagua. El mate va corriendo de mano en mano, algunos muchachos dormitan en las bancas, otros toman el calor del brasero y entre los seis cuentan la historia de José esclavizado en Egipto y la travesía del Arca de Noé.
A las seis de la mañana sólo quedan cuatro frente al altar y dedican sus últimos versos a la Virgen María y a San Alberto Hurtado. Y al terminar, minutos antes de la siete, viene la despedida de Luis Carreño:
Como el profeta Bautista
que por ti rindió la vida
santa cruz firme y erguida
las avecillas cantoras
están anunciando la aurora
ordenan la despedida.
Francisco Astorga reparte una edición especial de la Lira Popular con versos del canto a lo divino. Es una hoja amarilla donde se pueden leer los escritos de Juan López Ortúzar, poeta de Pencahue; Miguel Galleguillos, oriundo de San Pedro de Melipilla; el sacerdote Miguel Jordá, y Raimundo León Morales con residencia en Pichilemu.
La fiesta de la Cruz de Mayo ha terminado, Elías Zúñiga toma la centenaria herencia de la familia Pinto-Pismante y encabeza la caminata por la calle principal del pueblo. Una vez más los cantores han perpetuado la tradición, y a esta hora una suave neblina se levanta en Los Marcos.
Nota: Esta es una versión ampliada del comentario publicado en www.mus.cl, sitio de la Sociedad del Derecho de Autor (SCD) dedicado a la música chilena.
Ver imagenes de la Fiesta de Cruz de Mayo en Los Marcos en el post de más abajo